Sigue Hillary

 
The democratic debate. Photo: Slate

 

El inicio de las primarias estadounidenses está a la vuelta del año. La actualidad en la arena política estadounidense me reafirma singulares pronósticos. Respecto a los rivales demócratas, luego del último debate queda claro que la virtual candidata es Hillary Clinton; en tanto que, si bien es cierto, que el carrusel republicano sigue girando, dadas las características de los que se disputan la nominación, a saber Donald Trump, Ted Cruz, Marco Rubio y Jeb Bush, creo que el Partido Republicano nominará a uno de los tres con carrera política y el ególatra ciudadano se encarrilará por la libre, es decir, competirá como independiente. Al tiempo.

Prácticamente a las puertas del debate en New Hamshire, el sábado 19 de diciembre, el Comité Nacional Demócrata permitió al equipo de Bernie Sanders accesar a la base de datos de votantes demócratas que le había suspendido; una sanción impuesta luego de que varios miembros de la campaña de Sanders aprovecharon un “error informático” para acceder a datos de electores captados por el equipo de Clinton. Gajes de campañas. Y si bien Sanders seguirá impugnando al Comité por supuesto favoritismo, al inicio del debate ofreció disculpas a Clinton, luego trascendió que llegó a un acuerdo con el Comité. 

El acto se llevó a cabo enfocando la seguridad nacional, las armas, el terrorismo del Estado Islámico y la economía. Sintetizando lo que agencias como AP destacaron en voz de analistas y apuntando las encuestas, Martin O’Malley siguió rezagado y Sanders siguió lejos de Clinton, lo cual deberá comprobarse en enero, cuando comienzan las elecciones primarias.

Idealmente Sanders es el candidato apoyado por huestes progresistas y una amplia representación de jóvenes, lo que sin embargo no quiere decir que los simpatizantes captados por Clinton no tengan características similares. Hay hasta hoy otro factor que influye en las actuales posiciones, Sanders no ha llegado a acercarse del todo a otros grupos minoritarios como los afroamericanos y los hispanos, cuyas mayorías apoyan a Clinton y ambos grupos son clave en las elecciones demócratas.

Con todo, Sanders ha marcado la contienda —ya se ha dicho—, Clinton ha enfatizado su compromiso de cara al pueblo, al 99 por ciento, es decir quienes padecen la inequidad en el ingreso. Pero Bernie —pesa decirlo— ha puesto el mandado en la canasta de Hillary. Mientras Sanders viene echando a las alforjas el asunto de las relaciones raciales en el marco del movimiento de los derechos civiles, para acercarse más a latinos y negros, Clinton lleva un largo camino recorrido en ese campo. Piense el lector en un tema con implicaciones particulares en el futuro de negros e hispanos: ¿control de armas, racismo, salario, salud, justicia penal, inmigración?, son asuntos que Clinton viene enarbolando a lo largo de su campaña (más, en una cierta medida a lo largo de su carrera política), Sanders reaccionó tarde ante estas minorías para las que imagen, discurso y trabajo de Hillary resultan familiares.

Otros contrastes incuestionables, indicados por analistas: el financiamento multimillonario y la enorme maquinaria política detrás de la campaña de Clinton. Todo eso indica que Hillary será la nominada. Con todo, la labor de Bernie no sólo marca la línea de argumentos de campañas, él ha impulsado un fuerte impacto político que repercute más allá de su campaña, ya dijimos que forzó a Hillary a asumir una postura clara en el asunto del 99 por ciento en contra del 1, pero al parecer ese tema traído a la palestra por Bernie, también marcará la confrontación por la Casa Blanca, una vez hechas las nominaciones y, por ende, la política nacional del siguiente cuatrienio. 

Otra cosa valiosa y promisoria ha erigido el discurso de Bernie Sanders, su mensaje, decíamos, ha traspasado campañas, su magnitud ha repercutido en un ejército de votantes progresistas, en cuya avanzada va una nueva generación de electores que abona hacia un cambio liberal en la manera de hacer política en este país.

Pero en fin, pronosticar desenlaces electorales siempre es un ejercicio de adivinos, como jugar al oráculo. Ya se irá viendo lo que viene. Aunque haya consensos de politólogos, los resultados hoy están del otro lado de la luna, pero de ninguna manera los indicios arriba expuestos son una prueba fútil, sobre todo porque los dicta la realidad.

Terminemos, cerremos (juguemos) con lo que empezamos: con una conjetura con tintes de predicción, Trump —todo mundo coincide— es un tipo desatado por su egolatría, no se compromete con nadie más que consigo mismo, encima sus seguidores —esa fauna recalcitrante en el fondo del pozo de la derecha— se lo aplauden, de ahí que el Comité republicano buscara en su momento comprometerlo a que si no es el nominado no se vaya como independiente. El tipo cacareó que no lo haría, pero lo cierto es que, como dicen, no tiene ataduras ideológicas. Sigo creyendo que no será el nominado, por lo que se lanzará de independiente, y al hacerlo bandeja de oro para Clinton. Por lo demás sería revolucionario que postularan a Bernie, pero sigue Hillary.

 

 

Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital en Dallas/Fort Worth Texas. Para comentarios: Twitter: @laestrelladfw o E-Mail:rcaballero@diariolaestrella.com.