Los inmigrantes vuelven a quedar contra las cuerdas


#Not1More. Foto: elespectador

 

Un golpe bajo recibió la comunidad inmigrante latinoamericana por parte de la administración del presidente Barack Obama al anunciar redadas masivas a partir de enero de 2016.

El anuncio —en el Washington Post— sucede en un momento exacerbado por las declaraciones antimexicanas y contra los musulmanes expresadas por el candidato republicano Donald Trump. Dichas declaraciones exasperan el encono racista de un gran sector de la población estadounidense. Éste lo conforman los nuevos confederados que continúan creyendo en una superioridad racial y que no es muy diferente a la que pregonó Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.

La nueva estrategia para deportar masivamente a centroamericanos no tiene una explicación lógica. Especialmente después del revés sufrido por la Casa Blanca con el bloqueo de la Orden Ejecutiva, que ofrecería un alivio migratorio temporal a cinco millones de indocumentados bajo los programas DACA y DAPA.

El presidente Obama decidió endurecer la política migratoria a partir de enero de 2016 y la deportación se enfocará en personas que supuestamente ya han sido deportadas. Asimismo incluirá a niños sin compañía que ingresaron ilegalmente a Estados Unidos.

Cabe recordar que la crisis humanitaria de niños que cruzaron la frontera estadounidense se dio a conocer en el 2014. Incluso hubo legislaturas estatales que asignaron un presupuesto para defender a los refugiados infantiles. California, por ejemplo, asignó tres millones de dólares para defender a los niños que venían huyendo de la violencia centroamericana engendrada por las maras y el crimen organizado.

El anuncio del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE por sus siglas en Inglés) es desmedido. Anuncia redadas masivas contra personas que deberían ser tratadas como refugiados. Dichas redadas masivas nos llevan a recordar los años en que la migra conducía redadas en los cines de las comunidades latinas de Chicago. En las décadas de 1970, se dieron redadas en las salidas de los cines Villa, Atlantic y Marshall. Las mismas tácticas se realizaron en las fábricas.

Las operaciones más recientes del ICE nos recuerdan a la manera en que operaba la Gestapo bajo la Alemania nazi. Hoy en día, los agentes de ICE llegan a ciertos domicilios y al no encontrar a la persona que buscan se llevan a cualquier persona que no tenga sus documentos en regla aunque no tenga nada que ver con la persona a la que buscaban.

Vale la pena recordar la operación policial de abril de 2007 e Chicago. Días antes de la marcha tradicional del Primero de Mayo, agentes del departamento de inmigración llegaron a la plaza comercial de La villita. En su búsqueda, aterrorizaron a toda persona que se cruzaba en su camino. Un comando de inmigración tomó un tramo de la arteria económica más importante de la comunidad mexicana en Chicago: la calle 26, conocida como la segunda fuente de ingresos después de la Avenida Michigan.

Ahora nos preguntamos, ¿cuál es la estrategia de la administración Obama y de la dirección del Partido demócrata al tomar estas medidas? Pues a decir verdad pareciera que tiene el propósito de beneficiar a los republicanos y el discurso antiinmigrante de Trump.

Metafóricamente, Obama se metió un balazo en el pie al violentar a una comunidad que ya ha sido humillada y manipulada por los demócratas.

Pareciera que el presidente Obama no supo leer la catástrofe electoral de noviembre de 2014, en la cual los demócratas perdieron el Senado y la Casa de Representantes. Por razones políticas, el repsidente había guardado la carta de la orden ejecutiva que aliviaría temporalmente a los cinco millones de indocumentados, pero al no sacarla antes de las elecciones la quemó.

Después del anuncio de la medida de deportaciones masivas, los candidatos demócratas Bernie Sanders y Martin O’Malley, condenaron el plan. Incluso en su visita a Chicago, Sanders defendió la unidad familiar. El pronunciamiento más tímido vino de la candidata Hillary Clinton. Un vocero de Hillary dijo que estaba preocupada por la medida. Habría que recordar que Hillary durante lo más álgido de la crisis de refugiados infantiles se pronunció para que los deportaran.

La reacción entre los activistas pro derechos de inmigrantes se ha dado gradualmente, se requiere una explicación de la administración del porqué tomaron esta medida draconiana. Resultó acertada la analogía bíblica que realizó el padre José Landaverde quien dijo que Obama era como el rey Herodes de nuestros tiempos, quien buscaba a los niños refugiados para regresarlos —muy posiblemente— a la muerte.

Entretanto la orden ejecutiva del presidente Obama se encuentra congelada y los cinco millones de personas que se podrían beneficiar temporalmente bajo esta orden continúan en el limbo. Pero, ¿por qué la acción ejecutiva fue bloqueada? Según abogados expertos —como Peter Shey— la Casa Blanca fracasó al no crear reglas y regulaciones para que el público pudiera opinar y la orden tuviera mayor sustento.

Por su parte, los republicanos hubieran hecho lo imposible para detener el proceso de la orden ejecutiva y, al mismo tiempo, golpear al presidente y mantener el statu quo. Dicho en otras palabras, continuar la explotación laboral de los inmigrantes y mantener la campaña del miedo y la separación familiar con las deportaciones.

Y, por otra parte, los apologistas de Obama —incluyendo al congresista Luis Gutiérrez—, nos han convocado a tener fe y paciencia. Claro, ante su ausencia en las tareas del congreso, piensan que el electorado latino los seguirá. Sin embargo, las últimas acciones nos enseñan que los apologistas han entregado a la comunidad inmigrante en bandeja de plata.

Las esperanzas de la comunidad inmigrante se están esfumando, ya que quizá en este mes sabremos si la Suprema Corte considerará la orden ejecutiva. Si la llegara tomar, de todas maneras se tendría que esperar por lo menos un medio año para una resolución. En ese entonces ya nos encontraríamos en lo más álgido de la disputa electoral.

Por lo tanto, ya veremos si la comunidad inmigrante se revitaliza de energía —como hace una década— para tomar las calles, los cabildos, desobedecer civilmente, aprovechar su brazo electoral y, sobre todo, valorizar su poder de producción y consumo. O sea, recurrir al paro nacional para salir del limbo y solucionar su estatus legal.

 


Deportaciones. Foto: LM Otero/AP

 

Carlos Arango. Director ejecutivo de Casa Aztlán, en Chicago.